Nuevo Herald, El (Miami, FL)
May 14, 2006
Section: SECTION: Galeria
Edition: EDITION: Final
Page: PAGE: 8D
Memo:ARTES Y LETRAS
VARGAS-SUÁREZ UNIVERSAL: UNA NUEVA CLASE DE ARTE
SOURCE/CREDIT LINE: ADRIANA HERRERA T., El Nuevo Herald La exhibición A New Kind of Science, de Vargas-Suárez Universal en Karpio+Facchini Gallery muestra una veta del arte contemporáneo que se acerca a la visión del escritor Hermann Hesse, que unificó música y matemáticas en El juego de los abalorios, o a la del filósofo Ernst Cassirer que esperaba el instante en que el ser humano pudiera comprender el universo mediante un sólo sistema simbólico. De igual modo,está instalada en una zona del vasto horizonte que imaginó Marcel Duchamp. A este artista americano que nació en México, pero vivió desde niño en Texas, le interesan las zonas de intersección. Es una suerte de explorador que incursiona en varias ciencias -desde la biología hasta la astronomía y las matemáticas-, para extraer datos técnicos visuales que transforma en material estético, en un arte no ajeno a la reflexión social. ``Hace cien años -subraya- los cubistas estaban intrigados por los avances de la física y la matemática. Hoy algunos artistas nos interesamos en la vanguardia científica''. Así, sus obras pueden incluir referencias arquitectóricas, datos científicos como las corrientes de Marte o los instrumentos que detectan esa información, y niveles de alusiones políticas que fusiona en inquietantes instalaciones. Una de las obras de la exposición, Event Horizon, es una pintura en óleo esmaltado hecha sobre un viejo sistema de satelites de antenas para televisión. ``Veo -dice- la atmósfera de la tierra, el espacio extraatmosférico, el ciberespacio o la arquitectura espacial como medios viables para el arte, con cualidades estéticas''. Vargas-Suárez trasladó su vivienda de Nueva York a Miami durante dos meses, para crear A New Kind of Science en el espacio de la galería 1. Silvana Facchini no tuvo inconveniente en que él se apropiara de un antiguo tapiz fabricado por artesanos de hace cuatro siglos, para intervenirlo y dibujar con óleo algunos de los signos que tienen la cualidad gráfica de diagramas y de algún modo representan capas diversas de la mente humana. ``Ahora vale mucho más que antes'', asegura. En efecto, en Virus Americanus XV, no sólo se observa cómo la creación artística disuelve las paredes que separan una época de otra o una zona de conocimiento de otra, sino el modo en que Vargas-Suárez, que expone por primera vez en Miami, puede entrelazar la génesis de los códigos de información, con el diagrama moderno de un microchip y con la memoria de la devastación creada por las guerras. Lo que entusiasma en su manera de transformar modos de representación visual técnicos, en pinturas abstractas, es que logra hacerlo sin que por ello se conviertan en formas carentes de significación. ``Lejos de perder su sentido, las formas se insertan en ese maravilloso sistema abierto a la interpretación, a la apreciación.... o al rechazo que es el arte'', dice. La inmensa pintura Birkéneau que prácticamente ocupa una de las paredes de la galería, funde dos planos, dos escalas, en una sola obra abstracta inspirada en el modo en que la memoria humana cifra la experiencia vital y puede almacenar imágenes de lo tenebroso o de las estructuras del universo que la ciencia va descubriendo. El diagrama básico de la obra está tomado de un plano aéreo del tristemente famoso campo nazi donde aparecían las rutas de los trenes de la muerte que internaban a los prisioneros en la zona de exterminio. Ese registro visual, esa memoria aérea, alude a la invisible memoria de quienes guardaron en su cerebro el horror. A un tiempo, Vargas-Suárez yuxtapone al diagrama trazos ampliadísimos tomados del diseño electrónico de los microchips ideados por la mente humana para guardar ingente información. Así, la arquitectura del exterminio se funde con el diseño de sistemas computarizados en una sola forma modular que ensambla y pinta sobre madera. Este material orgánico sobre el cual se representa la inteligencia artificial desarrollada por el hombre, de algún modo guarda relación con la gente que alguna vez llenó esos campos con una memoria viva de los infiernos que puede crear también la inteligencia humana. La pintura geométrica de Tree of life extrae sus formas de ``una de las fronteras más extrañas de la matemática'' que plantea un problema denominado justamente así, Arbol de vida. ``El cuadro -explica- está basado en la visualización geométrica de un tipo de matemáticas que explora un campo que se llama Cellular Automata''. Partiendo del principio de que reglas sencillas pueden producir resultados complejos se estudia cómo se organizan espontáneamente sistemas de números con el fin de establecer qué tipo de lógica usa la naturaleza para hacer crecer los sistemas biológicos. Vargas-Suárez divide el fondo matemáticamente, empieza a trazar líneas siguiendo un diagrama numérico, secciona la imagen en módulos y sólo después, cuando ve la composición que inicialmente es impredecible, se deja llevar por la forma, por el grano de la madera, y entonces entreteje líneas, rellena las formas con la pintura como si ésta obedeciera al principio natural de un crecimiento sin control. ``Pienso que aún es poco lo que sabemos de arte, que el arte necesita más ciencia para avanzar'', asegura. La comprensión de que ``teje'' líneas lo hizo volverse hacia el tapiz del siglo XVIII, sobre todo porque fue fabricado con las máquinas de tejido que luego dieron origen a los primeros sistemas de computación. Su sistema usaba señales binarias primitivas (hueco-ausencia de hueco) para marcar el lugar donde debía o no insertarse hilo. ``Me emocionaba volver a las raíces de la computación e intervenir el tapiz con la pintura de la geometría de un microchip'', acota. El título, Virus Americanus XV, no es ingenuo: continúa la serie que inició a partir de la fotografía de un virus que se encuentra sólo en Norteamérica y que alude tanto al poderío tecnológico, como a la naturaleza de los virus que desde el principio de la creación son los organismos más resistentes y capaces de destruir otros sistemas. El predominio tecnológico asociado a la capacidad de devastación en las guerras se vuelve también material de arte. Por una razón similar, en la pared opuesta, el espectador observa una instalación que incluye grabados de los miembros de la corte de Napoleón, que junto al deseo de expansión del imperio tuvo también ideas de exploración y creó cartografías. Su idea del dominio incluía el control de lo político y del conocimiento. Vargas-Suárez Universal usa esos antiguos grabados junto con la información tecnológica contemporánea como ``herramientas poderosas para participar como artista en una reflexión que se proyecta a la sociedad''. El año pasado presentó una exhibición unipersonal en el Museo de Arte Carrillo Gil de la ciudad de México titulado A La Pared: Space Station: Tenochtitlan. Su trabajo forma parte de las colecciones permanentes del Museum of Modern Art, de Nueva York, y del Whitney Museum of American Art. [email protected] `A New Kind of Science'. Vargas-Suárez Universal, Karpio+Facchini Gallery, 1929 NW 1ST Ave, Miami. Hasta el 24 de agosto. (305) 576-4454.
Illustration:ILLUSTRATION: photo color: `Virus Americanus XV' (n)`A New Kind of Science' (a)`Tree of Life' (a)`Birkéneau' (a)
Copyright (c) 2006 The Miami Herald
May 14, 2006
Section: SECTION: Galeria
Edition: EDITION: Final
Page: PAGE: 8D
Memo:ARTES Y LETRAS
VARGAS-SUÁREZ UNIVERSAL: UNA NUEVA CLASE DE ARTE
SOURCE/CREDIT LINE: ADRIANA HERRERA T., El Nuevo Herald La exhibición A New Kind of Science, de Vargas-Suárez Universal en Karpio+Facchini Gallery muestra una veta del arte contemporáneo que se acerca a la visión del escritor Hermann Hesse, que unificó música y matemáticas en El juego de los abalorios, o a la del filósofo Ernst Cassirer que esperaba el instante en que el ser humano pudiera comprender el universo mediante un sólo sistema simbólico. De igual modo,está instalada en una zona del vasto horizonte que imaginó Marcel Duchamp. A este artista americano que nació en México, pero vivió desde niño en Texas, le interesan las zonas de intersección. Es una suerte de explorador que incursiona en varias ciencias -desde la biología hasta la astronomía y las matemáticas-, para extraer datos técnicos visuales que transforma en material estético, en un arte no ajeno a la reflexión social. ``Hace cien años -subraya- los cubistas estaban intrigados por los avances de la física y la matemática. Hoy algunos artistas nos interesamos en la vanguardia científica''. Así, sus obras pueden incluir referencias arquitectóricas, datos científicos como las corrientes de Marte o los instrumentos que detectan esa información, y niveles de alusiones políticas que fusiona en inquietantes instalaciones. Una de las obras de la exposición, Event Horizon, es una pintura en óleo esmaltado hecha sobre un viejo sistema de satelites de antenas para televisión. ``Veo -dice- la atmósfera de la tierra, el espacio extraatmosférico, el ciberespacio o la arquitectura espacial como medios viables para el arte, con cualidades estéticas''. Vargas-Suárez trasladó su vivienda de Nueva York a Miami durante dos meses, para crear A New Kind of Science en el espacio de la galería 1. Silvana Facchini no tuvo inconveniente en que él se apropiara de un antiguo tapiz fabricado por artesanos de hace cuatro siglos, para intervenirlo y dibujar con óleo algunos de los signos que tienen la cualidad gráfica de diagramas y de algún modo representan capas diversas de la mente humana. ``Ahora vale mucho más que antes'', asegura. En efecto, en Virus Americanus XV, no sólo se observa cómo la creación artística disuelve las paredes que separan una época de otra o una zona de conocimiento de otra, sino el modo en que Vargas-Suárez, que expone por primera vez en Miami, puede entrelazar la génesis de los códigos de información, con el diagrama moderno de un microchip y con la memoria de la devastación creada por las guerras. Lo que entusiasma en su manera de transformar modos de representación visual técnicos, en pinturas abstractas, es que logra hacerlo sin que por ello se conviertan en formas carentes de significación. ``Lejos de perder su sentido, las formas se insertan en ese maravilloso sistema abierto a la interpretación, a la apreciación.... o al rechazo que es el arte'', dice. La inmensa pintura Birkéneau que prácticamente ocupa una de las paredes de la galería, funde dos planos, dos escalas, en una sola obra abstracta inspirada en el modo en que la memoria humana cifra la experiencia vital y puede almacenar imágenes de lo tenebroso o de las estructuras del universo que la ciencia va descubriendo. El diagrama básico de la obra está tomado de un plano aéreo del tristemente famoso campo nazi donde aparecían las rutas de los trenes de la muerte que internaban a los prisioneros en la zona de exterminio. Ese registro visual, esa memoria aérea, alude a la invisible memoria de quienes guardaron en su cerebro el horror. A un tiempo, Vargas-Suárez yuxtapone al diagrama trazos ampliadísimos tomados del diseño electrónico de los microchips ideados por la mente humana para guardar ingente información. Así, la arquitectura del exterminio se funde con el diseño de sistemas computarizados en una sola forma modular que ensambla y pinta sobre madera. Este material orgánico sobre el cual se representa la inteligencia artificial desarrollada por el hombre, de algún modo guarda relación con la gente que alguna vez llenó esos campos con una memoria viva de los infiernos que puede crear también la inteligencia humana. La pintura geométrica de Tree of life extrae sus formas de ``una de las fronteras más extrañas de la matemática'' que plantea un problema denominado justamente así, Arbol de vida. ``El cuadro -explica- está basado en la visualización geométrica de un tipo de matemáticas que explora un campo que se llama Cellular Automata''. Partiendo del principio de que reglas sencillas pueden producir resultados complejos se estudia cómo se organizan espontáneamente sistemas de números con el fin de establecer qué tipo de lógica usa la naturaleza para hacer crecer los sistemas biológicos. Vargas-Suárez divide el fondo matemáticamente, empieza a trazar líneas siguiendo un diagrama numérico, secciona la imagen en módulos y sólo después, cuando ve la composición que inicialmente es impredecible, se deja llevar por la forma, por el grano de la madera, y entonces entreteje líneas, rellena las formas con la pintura como si ésta obedeciera al principio natural de un crecimiento sin control. ``Pienso que aún es poco lo que sabemos de arte, que el arte necesita más ciencia para avanzar'', asegura. La comprensión de que ``teje'' líneas lo hizo volverse hacia el tapiz del siglo XVIII, sobre todo porque fue fabricado con las máquinas de tejido que luego dieron origen a los primeros sistemas de computación. Su sistema usaba señales binarias primitivas (hueco-ausencia de hueco) para marcar el lugar donde debía o no insertarse hilo. ``Me emocionaba volver a las raíces de la computación e intervenir el tapiz con la pintura de la geometría de un microchip'', acota. El título, Virus Americanus XV, no es ingenuo: continúa la serie que inició a partir de la fotografía de un virus que se encuentra sólo en Norteamérica y que alude tanto al poderío tecnológico, como a la naturaleza de los virus que desde el principio de la creación son los organismos más resistentes y capaces de destruir otros sistemas. El predominio tecnológico asociado a la capacidad de devastación en las guerras se vuelve también material de arte. Por una razón similar, en la pared opuesta, el espectador observa una instalación que incluye grabados de los miembros de la corte de Napoleón, que junto al deseo de expansión del imperio tuvo también ideas de exploración y creó cartografías. Su idea del dominio incluía el control de lo político y del conocimiento. Vargas-Suárez Universal usa esos antiguos grabados junto con la información tecnológica contemporánea como ``herramientas poderosas para participar como artista en una reflexión que se proyecta a la sociedad''. El año pasado presentó una exhibición unipersonal en el Museo de Arte Carrillo Gil de la ciudad de México titulado A La Pared: Space Station: Tenochtitlan. Su trabajo forma parte de las colecciones permanentes del Museum of Modern Art, de Nueva York, y del Whitney Museum of American Art. [email protected] `A New Kind of Science'. Vargas-Suárez Universal, Karpio+Facchini Gallery, 1929 NW 1ST Ave, Miami. Hasta el 24 de agosto. (305) 576-4454.
Illustration:ILLUSTRATION: photo color: `Virus Americanus XV' (n)`A New Kind of Science' (a)`Tree of Life' (a)`Birkéneau' (a)
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